La Palabra marca una diferencia entre la ira según Dios y “la ira del hombre (que) no obra la justicia de Dios”. La ira según Dios es la indignación que siente la naturaleza divina en presencia del pecado. La ira del hombre es también la indignación que provoca en él una falta cometida, pero sobre todo, cuando, en el grado que sea, se siente dañado por ella. El hecho de ver sólo el pecado está lejos de indignarlo siempre.
Airaos, y no pequéis
Hay casos en que tenemos que
indignarnos ante una situación o comportamiento de nuestro prójimo. Digamos por
ejemplo las injusticias judiciales, sociales o el maltrato a los animalitos son
algunas situaciones que nos llenan de cólera, ira e indignación. Pero tenemos
que aprender a controlarnos. Esto no significa que tú no tengas derecho a
enojarte. Pues tan humana es la felicidad como lo es la tristeza. Tan humana es
la ira como es la paciencia. Leamos el consejo que nos da Pablo en Efesios 4:26
referente a la enojo: “Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo;” Este versículo nos exhorta a no mantenernos enojados, a que si tenemos
derecho a enojarnos y a que no entremos en peleas o insultos.
¿Por qué El Señor Jesús se enojó tanto con los mercaderes del
templo?
En Juan 2:13-16 Jesús purifica el
Templo
“Estaba cerca la Pascua de los
judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Encontró en el Templo aEn su ministerio El Señor Jesús siempre mostró comprensión, sencillez, mansedumbre; pero en Juan 2:13-16 manifestó una gran indignación contra los mercaderes en el templo de Dios; hasta utilizó unas cuerdas para fustigarles. ¿Por qué creen ustedes que se enojó tan grandemente?
Imagínate, si dentro del templo
los hombres se corrompían, y robaban. Al lado de este mismo templo se vendía y
comparaba, regateando y mintiendo. Entonces,
¿dónde estaba la santidad? ¿Era posible entrar al templo para orar con
este mercadeo y ruido? ¿Era posible orar
en esta casa de oración con todo el corazón y con toda el alma a Dios? ¿Era
posible abrir su corazón y orar y adorar en el espíritu a Dios?
Pues claro que no. Pero Jesús después de haber actuado con tanta represión no los persiguió, o les insulto, ni los destruyo teniendo El el poder dado por su Padre para hacerlo. Jesús rompió todo lo material que representaba la inmundicia y la extorción. Nadie salió herido excepto la maldad. Jesús no permitió que el enojo controlara su misión. Su ira tenía una motivación apropiada. En otras palabras; Él estaba enojado por las razones correctas.
La ira de Jesús no surgió de los argumentos estériles o desprecios personales contra Él. No había egoísmo involucrado. Jesús también mostró enojo en otra ocasión estando en la sinagoga de Capernaúm. Cuando los fariseos se rehusaron a responder las preguntas de Jesús, “Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones...” (Marcos 3:5).
¿Cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí?
En resumen el enojo es una emoción
natural del ser humano la cual con una disciplina espiritual basada a las enseñanzas
de Jesús podemos controlar e impedir el hacerle daño a nuestros semejantes. Recordemos
también esta enseñanza que encontramos en Mateo 18:21-22 y nos dice asi: “Entonces
Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que
pecare contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun
hasta setenta veces siete.” En Santiago 1:19 nos exhorta
asi: “Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero
que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira;” Fíjate
que tenemos dos oídos y una boca. Pues tenemos que escuchar más de lo que
hablamos. También en Santiago 3:6 encontramos esta enseñanza
que nos exhorta a frenar la lengua: “Y la lengua es un fuego, un mundo de
iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina
todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra
vida.”
Por tanto hermanas y hermanos la
próxima vez que sintamos que nos vamos a enojar detengamos nuestros impulsos y
razonemos primero si vale la pena en sucumbir a la ira y entrar en pugnas con
nuestro prójimo.
Que Dios les
colme de paz y sabiduría…Amén.
Nuestro Señor Jesucristo corre a
los mercaderes del templo
"Sólo aquel que se indigna
sin motivo se vuelve culpable; quien se indigna por un motivo justo no tiene
culpa alguna.
Pues, si faltase la ira, la
ciencia de Dios no progresaría, los juicios no tendrían consistencia y los
crímenes no serían reprimidos. Más aún: aquel que no se indignare cuando la
razón lo exige, comete un pecado grave; pues la paciencia no regulada por la
razón, propaga los vicios, favorece las negligencias y lleva al mal, no
solamente a los malos, sino, sobre todo, a los buenos" San Juan
Crisostomo. (Hom. XI, In Nath.)
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